viernes, 10 de febrero de 2012

HAIKU








La noche
se le vino encima
al inmóvil insecto.




De nada le sirvió
prender y apagar
muchas veces la luz.






Filarmónica:
todos de negro
menos su música.








Entre neblina
guayacanes lilas
florecidos.








¡Perfecto! En la
misma rama, leopardo
y mariposa.







Nada real. Es bello
dejarse engañar
por el amanecer.






Igual de inútiles
preguntas y respuestas:
todo se desvanece.







Ningún secreto
entre la neblina
y la montaña.









Y sigue buscando,
el hambreado perro
en la bolsa vacía.








¡Mi religión?
el rocío en la hoja
mientras se evapora.







¿Quién podrá mentir
bajo la fragancia
del eucalipto?







¡Qué bien coloreó
estas frutas el sol
de la madrugada.








Cayeron juntos
el fruto maduro
y el pájaro herido.








                                   En la noche
                                   igual de hermosos anturios                   
                                   frescos y marchitos.










En el salón, las voces
de los niños. Afuera,
el silencio del pino.







Con tinta china
dibuja la noche
ramas en la oscuridad.









Subo al árbol
rama tras rama. Bajo,
rama tras rama.











¿Qué culpa tiene
de mi tristeza la hoja
en blanco?









Soledad. Cómo entender
pequeño grillo,
tu lenguaje.







Duermo. Desaparece
el paisaje. Un pájaro
canta con insistencia.









De la teja al suelo
traza pentagramas
el invierno.








Polen sobre la tierra.
Noticia
de lejana floresta.










Se termina el bosque
al insecto si llega
al borde de la hoja.








Veinte años sin verla.
Hoy, la sucia quebrada
¡Qué transparente!







Mejor que escribirles
poemas, echarle
agua a las plantas.


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