jueves, 16 de febrero de 2012

MUCHOS HOMBRES UNA CIUDAD






                                    Al poeta Carlos Alberto Agudelo Arcila,
amigo y hermano.




UNO


Se te oculta Huye Corre La forma de esconderse
tiene el tamaño de tus pies La forma de huir tiene
la profundidad de tus miedos.
Esa carrera está en relojes que la ciudad
cuelga frente a ti por las calles.
No todo está perdido entre la ciudad y el hombre.




DOS


Si el propósito
es huir de la ciudad,
en la ciudad y con la ciudad misma,
la trampa está tendida:
esas luces y esas sombras, puentes,
avenidas Me atrevo a pensar
que hasta algunos árboles
y ciertos pájaros que sobrevuelan un techo,
son parte de la trampa.
Si el propósito es quedarte en la ciudad,
con la ciudad y por la ciudad, no es necesario prevenir
contra las trampas ni hablar de ellas:
eres la trampa La ciudad viene a precipitarse en ti.
A perderse en ti sin considerar tus caprichos
tus andanzas Los monólogos con las vitrinas.




TRES


Por cuanto dicen de ella,
consideras que eres la ciudad
si algo duele en tu cuerpo.
Aúllas o murmuras Aquel por ejemplo,
escribe un poema y aquel otro
construye un edificio Aquellos mueren de pies
y aquellos otros en automóvil Aquellos recogen basura
y algunos otros divagan teorías por la ciudad.
Inventan historias y se las atribuyen
a la ciudad que las soporta
sin menoscabo de alcantarillas o de oficinas.
En sus conferencias explican la ciudad
mientras sus mujeres muerden sábanas baratas
en algún hotel Son aplaudidos porque otros piensan
que por fin comprendieron
la ciudad Ella, como siempre, nada pregunta
cuando llegan silenciosos a sus calles.




CUATRO


Guardan sus teorías y caminan anónimos
por entre millares de muñecos semejantes.
Tal vez no lo creas porque caminas a diario por ella.
Ni tus gestos ni tu prisa Ni tu lucidez Ni tu demencia
Puedes alardear de querer o despreciar la ciudad,
pero ella sigue ahí indiferente
poemas poetas crónicas novelas
El cine Desde todos los rincones
se compadece de ti y de los millares de individuos
como tú Parece confidente de alegrías y desgracias
Ejerce de consejera para recomendarte
rutas en la noche Desvíos en el día Razones
para que no te extingas rápido
en la sonámbula multitud.
Desde todos los rincones
se lamenta por millares de hombres
como tú y yo Que la violan
introduciéndose en sus múltiples
agujeros, buscando respuestas Preguntas
que la ciudad no tiene
por muchos grafitos que griten sobre los muros,
por muchas miradas de soslayo que ofrezcan
otros náufragos del andén.




CINCO


No creas esto La ciudad es algo, es alguien,
y tú no eres nada.
La ciudad desarticula al hombre
convenciéndole de que él la construye Mientras
con algunos lugares lo amamanta,
en silencio lo devora con otros. No eres nadie por más
cuadernos que cargues con poemas Tampoco
significa
mucho que te cargue de cicatrices
y te muestre tatuado de ciudad.
Puedes declararle tu amor o tu odio Ella
crece contigo o sin ti. Asiste al paso
de incontables hombres apresurados hacia cuerpos
de quienes esperan en algún lugar
donde parece que la ciudad no llega Donde parece
que la ciudad no se atreve a llegar.




SEIS


Escríbele libros Cántale canciones
Levántale monumentos oh gloria inmarcesible
Conviértete en noticia de algún canal de televisión
De Soho Del espacio Di que eres su intérprete
y aún así la ciudad te será ajena.
Ella crece mientras te derrumbas,
crece sobre quienes nacen y mueren
y crece sobre ella misma.
Tal vez no lo creas porque recuerdas
nombres de autopistas, de las rutas de buses,
del edificio donde trabajas De los centros nocturnos
donde te desdoblas,
de los moteles que te avergüenzan,
del lugar donde tomas café No eres parte de la ciudad.
Eso no te impide amarla de alguna forma,
intentar algún tipo de diálogo con ella Ni siquiera
apéndice Aunque huyas hacia tu alcoba
no siempre vas a engañarla.




SIETE


¿Desde cuándo están ahí Miller y Hölderlin
dándole maíz a palomas muertas?
Cruzas corriendo el puente.
Llegas y no hay palomas ni Miller ni Hölderlin.
Sólo la ciudad Sólo la ciudad Sólo la ciudad
Ninguno de ellos.
No pierdas tiempo invocando a Ginsberg
A Kerouac Evocando la adolescente puta que te rogó
sodomizarla escuchando a Carmina Burana
No pierdas tiempo Sonríe a quien pasa por tu lado,
sin pensar que encontrarás a Elitis a Kavafis
Sólo la ciudad El espejismo urbano
con bancas para sentarse a mirar la ciudad.




OCHO


Tiene ritmo de jazz compuesto entre todos
Si lo escuchara enloquecería Entraría a hoteles
a correr cortinas para observar desde allí
si quienes van por la calle se parecen a mí Allí voy
sin tiempo para mirar ventanas de hoteles.
Mantiene en silencio Se rompe
Cuando llueve Las calles quedan limpiamente solas,
con gente que no mira llover Descanso de su rutina
Qué silencio qué falta de ciudad esos rostros
esos miedos No dejan de ser muchos quienes confían
encontrarse con Bukowski
Algo semejante a Bukowski para concederle valor
a la ciudad O asistir al ciclo de cine francés O hablar
mierda de Tarkowski o del cine colombiano
para concederle valor a la ciudad
Ya no quieren historias
de travestis políticos economistas gente de televisión.
Si continúan igual van a perderse la ciudad,
se perderán ellos mismos y perderán Bukowskis
que por ahí deambulan ebrios de ciudad.




NUEVE


Sólo resta decir en favor de la ciudad ¿En favor?
¿De la ciudad? Que conocí a un hombre,
quien una noche anduvo varias cuadras
tras del minotauro, por el mismo andén,
fumando ambos el mismo tipo de cigarrillo.
Se miraron un momento y nada sucedió Ambos
tenían miedo de la ciudad Habría podido
compartir un café pero en la esquina
cada uno de ellos huyó del otro,
sin mirar atrás Cosas así Culpo a la ciudad.




DIEZ


Cosas así no perdona la ciudad a ningún hombre.

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