lunes, 26 de diciembre de 2011

SIETE LOCOS DE LA NARRATIVA ARGENTINA CONTEMPORÁNEA




Juan Manuel Acevedo Carvajal es una de las nuevas y promisorias voces del ensayo en Colombia. Sus resolutos pasos están aquí, fehacientes al conocer sus acercamientos a siete novelistas argentinos que si no hemos disfrutado en algunas de estas obras, concluido el encuentro con su libro (Universidad Tecnológica de Pereira. Colección Literatura, Pensamiento y Sociedad. No.8 Armenia, Colombia, 2010) viajaremos hacia ellos con miradas cavilosas y nuevas certidumbres literarias.

 Guiados por el juicio preciso de Acevedo Carvajal, la relativización de paradigmas médicos y sicológicos, su argumentación validable en los contextos elegidos y la relación dialógica entre  locura del personaje y lucidez del narrador, aprendemos a valorar en otros espacios -de manera total o fragmentaria cuando es el caso- novelistas como Roberto Arlt, en Los siete locos; Ernesto Sabato, en Sobre Héroes y Tumbas ; Julio Cortázar, en Rayuela; Lázaro Covadlo, en La casa de Patrick Childers; Juan José Saer, en Las nubes; Mempo Giardinelli, en El décimo infierno y Ricardo Piglia,  con Plata quemada.

 La bien cimentada propuesta del ensayista, fluye coherente y persuasiva a lo largo del libro, aproximándonos a “la construcción de siete perfiles de personajes que pasan por la paranoia, el desdoblamiento, el éxtasis religioso y la violencia esquizoide”, según señala Juan Manuel. Los excursos de la locura como persecución, fragmentación, delirio y agresión, se convierten en puertas de entrada a las íntimas sinuosidades cerebrales y sicológicas de El astrólogo, de Fernando Vidal Olmos, de Horacio Oliveira, de Raúl Ramírez Collado, de sor Teresita, de Alfredo Romero y de El gaucho Dorda, personajes novelescos con quienes estableceremos contactos poco frecuentes  en el ámbito de la lectura, gracias a puntos de vista desde los cuales Juan Manuel observa y analiza, facilitándonos elementos para también nosotros lanzar miradas semejantes a tales universos de locura y transgresión social. “El problemático vínculo entre literatura y locura, por ende, posibilita la necesidad de posteriores investigaciones sobre la escisión esquizofrénica tal y como está reflejada en la literatura latinoamericana contemporánea, lo que permitiría plantear el futuro esquizoanálisis de infinidad de obras contemporáneas desde esta óptica”, concluye Juan Manuel, reconociendo como entrada al mundo íntimo  de  los protagonistas la teoría sociocrítica y varios postulados del esquizoanálisis  planteados por el posestructuralismo.

 Cuando Acevedo acomete la lectura de un autor y una novela donde percibe sus propios demonios literarios, junto con el citado análisis del personaje a cuyo mundo nos convida sin tabúes para intimar en sus patologías, lo hace desde parámetros novedosos capaces de conferirle a la novela analizada, pero en particular a los personajes diseccionados, otras cualidades del proceso lector. Otras gozosas sensaciones, sentimientos contradictorios y emociones con la angustia por las parafilias o enfermedades mentales de los protagonistas, a veces no visibles a simple vista.  Por eso lo reconoce cuando afirma: “La literatura está teñida de delirio y de esta manera la profundidad de los textos literarios se da a partir de las obsesiones de algunos personajes, que en la mayoría de los casos presentan la obsesión como el ropaje del excurso paranoide”. Libros como este, señalan al lector, con un lenguaje especializado pero claro, sin rebuscadas complejidades literarias, múltiples caminos para arribar en la novela al infierno sicológico de los protagonistas y, por ende, a la verificación de la vesánica sociedad donde habitan y los valores condicionados del protagonista, del lector y el autor.  

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