viernes, 16 de diciembre de 2011

NADANANDA Y EL SEXO




Si tu vida, en este caso cuanto te resta de ella, tiene sentido y propósitos, entonces… ¿quiénes te inducen a creer que cuando llega a ti, manifestándose con el  cautivante ropaje de la sexualidad, tal sentido y propósitos son inmorales o irreligiosos? ¿Por rechazar el sexo y levantarle pudorosas barreras o eludirlo con teorías espirituales, adquieres mayor conciencia del ser y de la vida, del amor, de lo femenino o masculino? ¿Acaso negándote al sexo te beatificas o transformas en persona más inteligente, creativa y sensible? El sexo es para ti, no tú para el sexo. Debes usarlo, sin permitirte ser utilizado por él. No tengas ningún temor. El miedo a la muerte y el miedo al sexo, son los dos mayores temores asediando al ser humano.

 Vive el sexo mientras te aborda la muerte. Y vívelo tan poéticamente como sea posible, porque poesía y sexo, al final, pueden revelarte cuanto no te explican la filosofía ni la religión. El sexo es natural. Ninguna doctrina castradora sobre el sexo, ninguna imposición social, ninguna prohibición devocional son naturales. Esto podrá comprobarlo quien haya tenido la maladanza de frecuentar grupos, sectas, diversas asociaciones espirituales, religiosas o esotéricas, constatando allí el fanático aumento de la ignorancia sexual, de las inculpaciones, de los temores hacia cuanto se relaciona con el sexo. Un abandono total, en aras de éticas sin fundamento, de terrores hacia el cuerpo y cuanto glorifica la condición sexual del ser humano. Una profesora pidió a sus alumnos, como tarea para la próxima clase, redactar una minificción, un cuento atómico, incluyendo en este los conceptos de religión, nobleza, sexo y misterio. Al día siguiente, recibió el trabajo de uno de sus estudiantes: “¡Oh, Dios mío!, gritó la condesa, estoy embarazada y no sé de quién”. La visión cosmogónica adquirida mediante experiencias sexoyóguicas por sabios de la antigüedad, nos la ocultan o desfiguran aunque el cuerpo mismo parece intuirla y conocerla cuando acaricia o es acariciado.

 En su libro Vida, amor, risa, Osho, el místico más juguetón del siglo XX, el más poeta de los filósofos y el más filósofo de los poetas en el ámbito místico, relata una suspicaz historia ilustrativa de lo anterior: “Un fanático rey tenía una maravillosa cama de oro, adornada con miles de diamantes. Cuando llegaban invitados especiales al palacio, ofrecía la cama haciéndoles determinada exigencia. El huésped debía encajar con precisión en ella. Si era un poco más largo, el rey lo hacía cortar al tamaño adecuado. Como la cama era tan valiosa, no podía ser alterada. El invitado, por supuesto, sí podía cortarse de acuerdo con el tamaño del magnífico lecho. ¡Como si este no existiera para el invitado, sino el invitado para el lecho”.

 ¿Por negarte al sexo te haces persona más angelical? Cuanto más eludes sus físicos encantos, los íntimos estremecimientos del sexo, te conviertes en persona más débil, resentida, prevenida y egoísta. Todo comienzas a verlo sucio y pecaminoso a tu lado. Niegas la rosa y niegas su perfume, por lo tanto, niegas tu condición de abeja o colibrí capaces de libar el néctar de esa flor hecha para tu satisfacción. Lo olvidaste. Te lo hicieron olvidar el cristianismo y en particular las enseñanzas del misógino de Tarso, predicándole a los corintios sin ningún rubor: “Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo, mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca”. El mayor pecado, mientras uno vive y desea y es deseado, es la negación del cuerpo, negarle su encuentro sensual con el mundo, con las personas, con el placer, con la carne insurrecta y dadivosa. En tu cuerpo crecen jardines. Por tu cuerpo fluyen ríos cristalinos o fangosos. Navega sin temor. Hay santuarios en cada una de tus zonas erógenas, donde debes celebrar rituales para el espíritu y la carne, a los cuales ninguno de estos dos faltará. Hay manantiales. Tu cuerpo tiene puertas superiores e inferiores para introducirse en estos jardines. Al hacer el amor, ¿conoces detalles de la profesión de jardinero del cuerpo? ¿Sabes navegar con un pasajero a bordo, por entre peligrosos rápidos? ¿Conoces las oraciones del cuerpo erotizado? En el amorsexual, ¿oficias siquiera con un mínimo conocimiento del ceremonial sexual? ¿Sabes cuáles son y a dónde conducen las dos puertas inferiores cuando entras debidamente por ellas?... ¿Sabes entrar por las siete puertas superiores de tu pareja? El éxtasis amoroso es una amplia puerta de entrada al éxtasis cósmico, cuyos elementos sacros son los cuerpos. Ecuación el beso. Teorema la relación sexual. Del poeta salvadoreño Roque Dalton, Desnuda, poema erótico para  entonarlo a besos y silencios como oración cuando la ropa es la primera piel acariciada:

Amo tu desnudez
porque desnuda me bebes por los poros
como hace el agua cuando entre sus paredes me sumerjo

Tu desnudez derriba con su calor los límites
me abre todas las puertas para que te adivine
me toma de la mano como un niño perdido
que en ti dejará quietas su edad y sus preguntas

Tu piel dulce y salobre que respiro y bebo
pasa a ser mi universo el credo que me nutre
la aromática lámpara que alzo estando ciego
cuando junto a las sombras los deseos me ladran

Cuando te me desnudas con los ojos cerrados
cabes en una copa vecina de mi lengua
cabes entre mis manos como el pan necesario
cabes bajo mi cuerpo más cabal que su sombra

El día en que te mueras te enterraré desnuda
para que limpio sea tu reparto en la tierra
para poder besarte la piel en los caminos
trenzarte en cada río los cabellos dispersos

El día en que te mueras te enterraré desnuda
como cuando naciste de nuevo entre mis piernas

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