lunes, 26 de diciembre de 2011

FOLLÁNDONOS A FÓLLAME, DE VIRGINIE DESPENTES



De izquierda a derecha: Beatriz Preciado y Virginie Despentes.


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– No lo creo necesario. En mi región poco recurrimos a este vocablo tan ibero. “Hacer el amor”, nos parece más atractivo, menos tosco y más equilibrado para especificar el encuentro sexual. También empleamos la expresión: “Hacer sexo”. Bien de autores españoles o cuando traductores iberos vierten obras foráneas al castellano, los libros de narrativa, ensayo y  sociología –entre otros temas– procedentes de España, abundan en tal expresión poco usual en nuestro medio donde ni jóvenes ni adultos, al hablar de sexo, se valen de ella. Novelística y cuentística  son generosas con la palabra follar. Lo mismo el lenguaje cinematográfico. Tal término nos lo introducen lento, sin prisa editorial y ya no es novedoso ni escandaliza.


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– A mí no me suena bien. Cuestión de oído, como tantas palabras de nuestro exuberante  idioma. Tampoco la descarto al escribir, mientras no riña con vocablos colindantes en la frase. La traductora para Reservoir Books, de Grijalbo Mondadori, fue Isabelle Bordallo, quien de la polémica exprostituta francesa también vertió al castellano su novela Lo bueno de verdad. Fóllame, follar, follemos, follador y folladora… cuestión de predisponernos e ir más allá de las fronteras culturales en nuestro cotidiano lenguaje. Eclipsar nuestros condicionamientos culturales y sexuales. Ir más allá de los límites literarios con determinadas palabras. Fóllame es también el título de la película basada en la novela.


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– Tiene razón. A pesar de lo chabacano es un título categórico en español. Una sola palabra sintetiza el contenido del libro, anuncia el desarrollo de la acción, rememora el pasado de la escritora, rehace las complejidades sexuales de la mujer haciendo catarsis con tal obra. Más contundente que en francés.


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– Nada poético, pero la novela no se asoma al ámbito de la poesía. Es su negación. Rechazo total a la estética de lo bello. Recuerde, Virginie desde adolescente viene de lo más viscoso del punk destroy. No encontré frases poéticas en la novela, en su sentido tradicional. Si ponemos sus observaciones en un campo como la poesía de Bukowski, obtendremos frases propias de tal literatura nihilista menospreciando valores cristianos, burgueses, capitalistas e idealistas. En el capítulo Cinco, Nadine, una de las protagonistas, describe a su amigo Francis como “un poeta, en el sentido tope macho de la palabra. Ahogado en su época, incapaz de soportar el aburrimiento y la tibieza. Inaguantable. Disidente sistemático, paranoico y malvado, cobarde, ladrón, pendenciero. No lo aguanta nadie y él se soporta aún menos. Ama la vida con una exigencia que lo separa de la vida. Prefiere afrontar los peores espantos y soportar la muerte en vida antes que renunciar a su búsqueda”.

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– También pienso lo mismo y me entusiasma su sentido de lo poético, en este caso. Despentes reconoce sus deudas literarias con el viejo Hank Chinasqui, el poeta, el narrador, el transgresor, el nihilista sin compromisos con el ser humano, con Dios ni con la sociedad.


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– Sí, tengo presente su pregunta inicial: el origen del vocablo follar. Buena entrada para este texto sobre la primera novela de la exputa francesa convertida en narradora. De la novelista que, hoy por hoy, se declara lesbiana, postfeminista e ideóloga del nuevo porno. Su amante es la escritora española Beatriz Preciado, filósofa española especializada en teoría Queer, la cual se autoadministró testosterona sintética en un proceso de intoxicación voluntaria para concertar el cuerpo y los afectos.Esta le tradujo al castellano su  breve libro Teoría King Kong.

 Virginie va bien. Fiel a sus ideas, a su desbarajuste social compartiéndolo presuntuosa con cuantos compran y leen sus libros. Asidua a lo elegido para representar en un ámbito donde es poca la diferencia entre ser puta y moverse, promocionarse, seguir el juego mediático para asegurar la venta de sus libros y el tráfico de sus ideas. Ella misma lo afirma: “Escribo aquí como mujer incapaz de llamar la atención masculina, de satisfacer el deseo masculino y de contentarme con un lugar en la sombra. Escribo desde aquí, como mujer poco seductora pero ambiciosa, atraída por el dinero que gano yo misma, atraída por el poder de hacer y de rechazar, atraída más por las ciudad que por el interior, siempre excitada por las experiencias e incapaz de contentarme con la narración que otros me harán de ellas”.


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– Me trae a la memoria esta otra declaración, relacionada con cuanto usted me pregunta. Dice Virginie: “El sexo es un tema del que me gusta hablar y que me permite insinuar otras cuestiones. Puede ser una forma de obtener algo a cambio o una manera de pasársela muy bien”.


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– Volvamos al tema inicial. Esa palabrita, el término follar, sirviéndonos para justificar esta conversación sobre la primera novela de Despentes, se origina en el latín del siglo XVII y nace del sustantivo Follis, fuelle. Del sustantivo a la acción, follicare, respirar como fuelle. Jadear, resollar. Resoplar, bufar. Desfallecimiento y descanso representados por el movimiento del fuelle de fragua, dispositivo que expele aire a determinada presión y en dirección definida. El fuelle aporta aire al combustible para elevar el nivel de combustión y, por ende, la cantidad de calor. No puede ser más evidente la imagen para materializar el encuentro sexual: movimientos, aire, elevación de la temperatura. Follar se entiende como acto agresivo, impositivo, de abuso y desequilibrio donde hay predominio de género. En esta novela no se hace el amor como implicación de igualdad en la pareja ni con sentimientos recíprocos de afecto, de placer compartido, amor y complacencia por cuanto se recibe y otorga a la vez, en acto de sensual reciprocidad. Todo lo contrario, follar es dominar y en la novela se exalta la autoridad de la mujer sobre el hombre, de las protagonistas follándose a sus víctimas, como les provoque, en su fuga criminal. 


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–¿Un ejemplo? Para mí, el capítulo sobresaliente y más bien escrito en la obra. El veinticinco, de la segunda parte.  A lo largo de las tres que conforman la novela y 42 capítulos breves por donde despuntan el caos, la asimetría en todas sus facetas, lo descarnado y escabroso en desfile de imágenes, situaciones y escenarios propios del Punk Destroy, se destaca por su fuerza literaria y su extensión. Es el más extenso de la novela (14 páginas). Prevalece entre los demás de la obra por lo bien estructurado, por las ideas desarrolladas, por el suspenso y el dramático clima in crescendo del evento. Y hasta por la confidencialidad de Despentes revelándonos una de  sus complacencias literarias: el narrador norteamericano James Ellroy, especializado en novela negra, maestro de la aliteración, la decadencia y la desesperanza.

 Tal capítulo relata el asesinato de un distinguido arquitecto donde Despentes, influida acaso por la lectura del cuento de Bukowski, El asesinato de Ramón Vásquez, escribe uno de los mejores capítulos de esta y sus demás novelas, contrarrestando así las numerosas partes débiles de Fóllame. El arquitecto, es un hombre cuya voz “evoca inmediatamente sexo en la penumbra, movimientos extremadamente suaves, delicadamente perversos”. Es  el personaje mejor descrito de la novela, insinuante, atractivo hasta el punto de conmover a las impasibles mujeres. Tal vez estas 14 páginas fueron las únicas corregidas y decantadas en su estilo y su contenido por la novelista francesa.

Manu dice al arquitecto, revolcándole libros en su biblioteca: “Tiene usted buen gusto. Sobre todo en literatura, por lo que puedo ver. Me resulta difícil detestar a un hombre que lee a Ellroy en el idioma original “. Aquí no se folla, pero al final, sobre el cadáver del refinado arquitecto en actitud de undinismo forzado, Manu realiza un acto de urolagnia como señal de poder sobre el hombre: “Se baja los pantalones, se pone en cuclillas encima de la cabeza del arquitecto y, moviendo el culo, le inunda de pis para bañarle la cara. Las gotas doradas se mezclan con la sangre del suelo y le dan un color bonito”. Filosofía representativa del Punk Destroy. Demolición de la sociedad, del estado, del individuo, de la moral y sus valores representativos, sin proponer ni construir nada para el futuro inexistente. Aislarse del mundo y su gente, vomitar sobre sus hábitos, defecarse y orinarse sobre los ideales de un estrecho universo en el cual se sospecha de todos y donde las esperanzas no existen.


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– Nunca lo ha ocultado. Por el contrario, lo reconoce persistente en sus entrevistas y, de una u otra manera, Virginie lo admite como cualidad de su vida y parte esencial  de su obra. Afirma: “Vengo del punk. En él, me he sentido desde siempre como en mi casa, y lo abandoné muy tarde. El punk se organiza físicamente alrededor de no–lugares, de sitios abandonados, deteriorados, de espacios de arquitectura–basura o sitios de paso que supuestamente no están hechos para ser investidos. Ser punk es ser inclasificable, es lo que no te conviene, es lo despreciable, lo destruido, feo, grotesco, tarado”. Virginie es una exprostituta irredenta convertida en lesbiana e ideóloga del postfeminismo, erigiéndose representante de una estética transgresora cargada de actitudes violentas y autodestructivas, de tremendismo antisocial y rebelión contra lo establecido. “No me preocupa la muerte, pues ya todo está perdido. No hay futuro para nadie”, afirmaba Iouso Expósito, músico de la banda punk Eskorbuto.


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– Eso es Fóllame, no busques otra estética ni partas de valores literarios preestablecidos por otros lenguajes novelísticos, porque vas a desecharla desde sus primeros párrafos. Cuando leo este tipo de novelas sumergiéndome en su fealdad, su facilismo literario y sus rompimientos de toda índole, no puedo excluir de mi memoria novelas de incuestionable perfección estilística como El cuarteto de Alejandría, de Durrell, aunque no venga al tema. O La casa de las bellas durmientes, de Kawabata. O cualquiera de las novelas de Robert Walser, El ayudante, por ejemplo. Estándares de novelas con otras dimensiones narrativas, otras experiencias con la vida y las palabras, otro tipo de acercamientos a los personajes y las ideas. Para disfrutar y comprender a Fóllame, debes introducirte en otros territorios de la literatura, sin exigir ni esperar nada, sin condicionamientos, sin prejuicios porque estas, de Virginie Despentes, son páginas escritas con ritmos briosos del hardcore punk. Tempos y compases fulminantes y agresivos, sonidos distorsionados, voces gruñidas, frases cortas y párrafos breves y contundentes. Imágenes sin adornos y una traducción al español  que posiblemente difiera bastante de los vocablos originales en francés.


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– ¿Eso cree? Parece no haber leido la novela. U olvidó el primer capítulo, donde Despentes nos introduce en el ámbito del cine porno. ¿Recordamos algo?... “En la pantalla, una enorme rubia atada a una rueda, cabeza abajo. Primer plano sobre su cara enrojecida, suda  la gota gorda bajo el maquillaje. Un tipo con gafas la masturba enérgicamente con un plumero. La llama gorda perra lúbrica, ella cacarea. Todos los actores de la película tienen caras de comerciantes de barrio. Es el encanto desconcertante de cierto cine alemán”. Porno alemán de los años 90, cuando la jovencita Virginie, rapera, lectora de Dostoiewski, Bukowski, Ellroy y Baudelaire, a sus 23 años escribe la citada novela. Tal vez se hace referencia al cine porno de la lesbiana y feminista  Monika Treut, prestigiosa directora de filmes donde participaron Annie Sprinkley y Camille Paglia.
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– Quince años y continúa interesando a nuevas y antiguas generaciones de lectores en Europa, en Hispanoamérica. Algo tiene esta novela. Algo sensato sustenta su autora en una obra donde amalgama géneros literarios, mezcla intermediática de cultura popular y películas X con las cuales se familiarizó desde su juventud y en cuya teoría se especializa, hoy por hoy, influida por su relación lésbica con la teórica del nuevo porno y las posturas Queer, la filósofa española Beatriz Preciado. En este libro, resalta el mestizaje intertextual e intermediático sustentado por una escritura cinematográfica directa, sin claroscuros, de brutal realismo, ajena a preciosismos metafóricos y en la línea del más directo Gore literario.


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– Por mi parte, creo que es una heterodoxa y significativa  corriente de la última novela francesa escrita por mujeres, ligada a expresiones culturales norteamericanas en múltiples campos de la cultura, del arte y la literatura, de la política, de la ciencia y la sociología. Otro caso semejante es el de Marie Darrieussecq. El escritor Robbe–Grillet juzga así la nueva  novela francesa: “Las más hermosas de las obras contemporáneas, nos dejan vacíos, desconcertados. No solo no aspiran a ninguna otra realidad que no sea la de la lectura o el espectáculo, sino que además parecen siempre estar poniéndose a sí mismas en tela de juicio a medida que van construyéndose”. Esta observación puede aplicarse a la marejada editorial de literatura trash que toma fuerza en las dos recientes décadas en Francia, con sus correspondientes influjos hacia Europa, Norteamérica e Hispanoamérica, en la producción narrativa de nuevos novelistas y cuentistas con las miradas puestas en autores franceses. Son varios los novelistas cuya obra en desarrollo, manipulada en alto porcentaje por mercantilistas intereses editoriales, se pone en tela de juicio en la medida que va construyéndose.


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– Yo tampoco la descarto. Virginie, con su producción escrita y cinematográfica y su habilidad para promocionarlas y publicitarse, es una de sus principales histrionas mediáticas aunque implante la filosofía punk en sus respuestas a los periodistas: “El punk ha sido realmente mi formación de base, y de hecho sigo viendo el mundo a través de un prisma muy punk. También creo que el punk es una muy buena escuela porque se aprende muy pronto a no hacer lo que le gusta a la familia, a decepcionar a los profesores y a no escuchar a los educadores”.

 Desde su primera novela, Fóllame (1996), pasando por Perras sabias (1998), Lo bueno de verdad (2001) y Apocalipsis bebé (2010) se puede clasificar dentro del tipo de autores y obras a las cuales se refiere Robbe–Grillet, autoenjuiciándose durante el proceso de construcción. Virginie se confiesa:

Encuentro que las entrevistas que leemos en prensa son una ficción. Los periodistas entrevistan a personas que no conocen y no eligen, y una se ve obligada a mostrar sus intimidades en una conversación ficticia. Luego te quedas sola, a expensas de algo que digan de ti que está absolutamente fuera de tu control. Mis primeras entrevistas tuvieron lugar en un hotel o sea que todavía era más parecido a la prostitución. La gente dice que la promoción es divertida, pero no es así. Al final la prostitución es menos complicada porque los clientes se van con lo que han ido a buscar, pero los periodistas no.

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– No lo diga nada más, verifíquelo leyéndola. Virginie Despentes lo reconoce sin temores no solo para justificar su pasado y las características Destroy Punk de sus novelas, sino como filosofía de vida actual desde donde se arroga sus compromisos de escritora y manifiesta su visión postfeminsita del mundo donde sobrevive: “Escribo desde la fealdad y para las viejas, las feas, las camioneras, las frígidas, las insatisfechas, las que nadie desea, las histéricas, las taradas, todas las excluidas del gran mercado de la buena mujer”.

Escribe para todas estas arrinconadas de la sociedad pero, hoy por hoy, la leen e interpretan, escuchan e imitan personas de jerarquías culturales y socioeconómicas diferentes a las de su inventario. Heterodoxa representante del postfeminismo del siglo XXI. Su actitud directa y sin contemplaciones, procede de quien ejerció sin cargos de conciencia la prostitución y desde sus 13 años se preñó de cultura punk. Ejerció el periodismo en publicaciones de rock. Escribió cuentos pornográficos para una rústica revista de camioneros. Se especializó en reseñas y comentarios de cine porno. Atendió a llamadas sexuales vía telefónica.

 A un periodista recordándole su oficio de ramera, respondió: “¿Cree que la prostitución deja más traumas que la exposición mediática?”, sin embargo la antecedía el éxito editorial de su novela Fóllame y la película basada en esta obra, dirigida por ella y su amiga Carile Trinh Thi, exestrella del cine porno parisiense, “lo que hago hoy en día para ganarme la vida como autora mediatizada es humillante y doloroso. Y nadie me compadece”. Franca confesión de imposiciones a las cuales los editores someten a sus escritores de catálogo. Apremios también por parte de la masa lectora, exigiendo cada año un libro nuevo a su escritor, más entretenimiento literario, nuevos temas donde los personajes representen sus zozobras y hablen por ellos y digan cuanto jamás sabrán cómo  ni por dónde expresarlo.


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– ¿Usted comenzó con esa?... De Apocalipsis bebé, a Fóllame, traza un sugestivo recorrido inverso desde el cual pueden descubrirse otras facetas literarias y vitales de Virginie. Una primera lectura de sus novelas, si se avanza el paso inicial con Fóllame, induce al impugnamiento de su estilo, sus temas, su lenguaje y maneras hacia la vida y el sexo; de sus reflexiones sobre el hombre, la mujer y la sociedad, de franca rudeza desde cuando sus textos los acogió la crítica como escritura marginal. Un manifiesto tajante de la sociedad francesa, del hombre y la mujer de nuestro siglo, capaz de cuestionar compactos tabúes del feminismo liberal.

 “Yo hablo como proletaria de la feminidad”, carga sobre sus entrevistadores Virginie Despentes, enfatizando a hombres y mujeres, “los hombres son absolutamente pasivos acerca de su masculinidad y fácilmente victimizables `por cualquier discurso feminista”. Sin embargo, poco a poco van descubriéndose sus bases y con cuanto dice pueden llenarse aquellos vacíos desconcertantes detectados por Robbe–Grillet en la novela francesa contemporánea. Son otras formas de colmarlos. Otro el material lingüístico y literario, el constituyente narrativo con el cual autoras como Despentes, Darrieussecq, Nothomb y otras de la misma generación, afrontan cuestiones esenciales de la mujer y el hombre de nuestra época.


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– No lo dudo, la de ellas es vertiginosa historia de liberación donde Nadine y Manu se excluyen de la sociedad consolidada en la dominación masculina. Los hombres son víctimas de esta pareja de tránsfugas encharcando en sangre su huida de la sociedad, cuestionándola con balas e injurias, con desprecio, orinándose sobre ella.  “A menudo soñó con un cuerpo que esconder. Lo cortaba a trozos y llegaba alguien; sorprendida, tiraba los trozos de cualquier manera por ahí y se ponía a tomar el té con los invitados. Miembros desgarrados tirados bajo el sofá, metidos entre los cojines. Un sueño que tiene a menudo”. El par de mujeres no huye, traza un recorrido conscientemente trágico y sangriento, desestabilizador, donde cada cadáver las reafirma en su filosofía del desprecio ayudándoles a despeñarse hacia los suyos. La ebullición de la nada en una sociedad donde se reconocen  inútiles. “Manu no tiene alma de heroína. Ya se ha acostumbrado a tener una vida gris, el estómago lleno de mierda y a cerrar el pico. En ella no existe nada estrictamente grandioso”.


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– Despentes no teme a su pasado: “Ofrecía mi cuerpo por internet, elegía a mis clientes y descartaba a los feos y viejos, como hacían conmigo; no era tan triste; ya ve, ser prostituta es entender perfectamente en qué consiste vender belleza”. Utiliza su pasado de puta para promocionar su presente de escritora e incrustarle  fuerza a sus actuales ideas postfeministas. Primero fue una puta anónima. “Los transeúntes la miran de otro modo cuando lleva la ropa de puta. Los mira con descaro, está a merced de todos los hombres que pasan, incluso los más viejos y los más sucios pueden montarla. Mientras paguen en metálico, se echa de espaldas para que la utilice cualquiera”.

 Ahora es dama de la literatura trash en Francia, en Europa. En terrenos de la lengua castellana donde sus libros irrumpen implacables, indemnes a celebraciones  y escarnios, configurando un discurso preciso de corte postfeminista brutal y franco, sin timideces. Dentro de la categoría descrita por Sarah Projansky como postfeminismo de contragolpe. Aquel no conforme con notificar el fin del feminismo sino dispuesto a reaccionar violento contra posiciones feministas que considera equivocadas.

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– No sólo el juicio radical de Robbe–Grillet. También afronta los acreditados conceptos de Tzetvan Todorov y Dominique Fernández, consternados por el ciclo poco brillante, burdo y sin fuerza estética que atraviesa la literatura francesa plagada de escritores sin imaginación, latosos y facilistas, sobrevalorados por editores inescrupulosos exaltando nuevos autores y obras de poca relievancia. Destacados por la publicidad como deslumbrantes talentos posmodernos. Pero en particular, invadida por profesores y académicos dogmáticos, expertos en lenguaje y discurso vacío. El más ostentoso discurso vacío, el de la crítica literaria, para erigir desde este complejo palabrerío un escritor específico y una obra determinada.


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– Lo remito, por hoy, solo a dos históricos casos sobre tal palabrerío e ideas incoherentes, con fondo brillante y analítico. Tal vez nos alejemos del tema, pero es un paréntesis necesario. Permítame anticiparle estas palabras del fisico–matemático John C. Báez, retratando  un texto vacío: “Mescolanza de frases aparentemente plausibles que contienen las palabras técnicas correctas en el orden aproximadamente correcto.Pero no hay lógica ni cohesión en lo que escriben”.

El primero, se relaciona con el físico norteamericano Alan Sokal y su libro Imposturas intelectuales. El segundo, con el caso seudocientífico de los hermanos franceses Igor y Grichka Bogdanov y sus formulaciones cosmológicas sobre lo sucedido antes del Big Bang. No se engaña fácil a los lectores, Es opinión corriente, no solo con la novela actual francesa sino con centenares de obras que vomitan las editoriales mercadeándose a partir de discursos vacíos de algunos críticos pagados por las editoriales:  “La novela moderna ha llegado a tal punto de saturación mercadotécnica, que solo sirve como plataforma de una serie de productos y bienes afines a los intereses de las industrias  culturales y, por ende, del sistema de producción del capitalismo avanzado”.

 Repitamos, con mayor sentido ahora, la fatal confidencia de Virginie Despentes, rodeada del éxito profesional. Escritora vendiendo millares de libros. Mujer invitada a conferencias, eventos literarios de variada índole donde se le otorga autoridad y sus opiniones son escuchadas con respeto, caldo ideológico del nuevo feminismo europeo: “Lo que hago hoy en día para ganarme la vida como autora mediatizada es humillante y doloroso”. Es el otro tipo de prostitución del cual no se habla mucho en público y menos si el escritor hace parte de las pertenencias humanas e intelectuales de editoriales monopolizando su producción y autores mendigando sus favores, dispuestos a todo con tal de hacer parte de sus catálogos. En este ámbito hay un tipo particular de putas literarias y proxenetas editoriales que nadie divulga.

 Léanse entre líneas, para verificar lo atrás anotado por Despentes desde su peculiar feminismo; por Robbe–Grillet desde su estética de lo bello y por Torodov y Fernández desde la crisis de la superficialidad, cuanto escriben autoras como Catherine Breillat, Christine Angot o Catherine Millet, desmontando con sus discursos del cuerpo desde el punto de vista femenino, el andamiaje masculino excluyente y dominador, despuntando por la novela del siglo XX. Literatura que críticos como Philippe Solers celebran por representar la voz, no condicionada por prejuicios patriarcales, de las nuevas mujeres revolucionarias. Revolución naciendo de cuerpos heridos, humillados, vejados y no de los dogmas políticos e ideológicos.


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– La queja colérica viene desde el principio de la novela. Despentes habla de sí misma y de cuantas mujeres conoció en el círculo donde vivía. Cuerpos heridos y dominados. Nadine recuerda a uno de sus clientes: “Le dijo que se inclinara, que se inclinara mejor, para verla bien. Le inutilizó las manos atándoselas a la espalda; la usó a su antojo, se sirvió de su boca tanto tiempo como le apeteció, jugó con su culo y cacareó de satisfacción al oírla chillar. Plenos poderes sobre ella hasta hacerla aullar y suplicar que parara cuando empezó a pegarla. Su brazo se levantaba y caía, inexorable. Ella no podía hacer nada para evitar los golpes. Estaba a su disposición. A veces dejaba de pegar, le hablaba suavemente, la acariciaba como cuando calmas a una perra enferma, la tranquilizaba. Y vuelta a empezar. La razón se rebela y el cuerpo prisionero se ve obligado a aguantar. Ella le lamía las manos cuando se interrumpía, en señal de agradecimiento”.

Con Fóllame, la  novelista francesa y directora de cine redime las visiones parciales, incompletas e inflexibles de observadores  instalados en rincones torcidos e inestables de la realidad, de una sociedad bajo la cual muchas mentes y corazones medrosos, hipócritas, dormitan pudibundos. Ángulos desde donde nadie desea observar o junto a los cuales el lector preferiría seguir de largo, negándolos, excluyéndolos de su vida porque le duelen y comprometen las zonas oscuras de su sexualidad y sus sentimientos. Voces dubitativas, escépticas, poco fiables, llenas de relativismo e incertidumbre, problematizando el proceso mismo de narrar. Virginie podría decir, con el físisco Roger Penrose: “Nuestro trabajo no consiste en describir cómo es la naturaleza, sino en determinar qué podemos decir sobre ella”.


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– Su avance intelectual es notable en cuanto se refiere a su obra y sus enfoques feministas. Hoy por hoy, es activista del más contestatario postfeminismo europeo. Hace buena pareja con su amante la escritora española Beatriz Preciado, autora del controvertido libro Pornotopía. Vale la pena, también, mostrar aquí otra transgresora de la nueva literatura  francesa, Céline Germann, diplomada en psicología clínica, autora de la novela Mujeres letales. Narrativa de brutal sexualidad describiendo a hombres acobardados ante las reacciones  del poder femenino, esta novela relata los lances de dos lesbianas, Marie y Florence, en una persecución a través de Francia, otro desplazamiento sangriento que no disimula sus imitaciones directas de la obra de Virginie. Publicada en 2011 como secuela de obras anteriores en su género.

Célinne es lesbiana. Su obra es un crescendo narrativo de asperezas sexuales que supera a Fóllame, con descripciones en la escala del más despiadado estilo gore. Heredera de las declaraciones que Despentes hace a menudo, Célinne afirma sin rubores: “Prefiero la gente extrema, los locos, los monstruos cerebrales de todo tipo, las barbis ninfómanas, los esquizofrénicos. Ellos son los héroes de mis libros. Me gusta recrear personajes border line, gente poco usual que intenta parecer normal”. O como la película de Ridley Scott, Thelma y Lousie (1991, cinco años antes de ella publicar su novela) historia de  otro forzado  viaje donde dos mujeres responden con armas a la intimidación machista, película considerada un mito cinematográfico del movimiento feminista, en la cual la emancipación de las mujeres a través del escape impetuoso propone réplicas capaces de quebrantar el tradicional poder masculino sobre la mujer.


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– Las más representativas, en esa ebullición de obras y autoras europeas mediando sobre ideas feministas y prácticas literarias de nuestro siglo. No pueden descartarse las propuestas radicales de una generación de novelistas francesas, condicionadas sin embargo por las exigencias del mercado editorial. Ni mucho menos subvalorarlas juzgándolas con criterios propios de la novela del siglo XIX. Son obras despiadadas contra la sociedad actual. Voces de mujeres excluidas por la falocracia y autoritarismo del varón en sus dimensiones laborales, familiares, sicológicas, religiosas, sociales, sexuales y políticas. Voces desenfrenándose desde la literatura y lo políticamente incorrecto, expresadas por mujeres que impugnan desde sus cuerpos, con el placer de sus parafilias más allá de fruiciones sexuales masculinas. Para el caso de Virginie Despentes y su posterior producción literaria, su autoridad moral al expresarse así y proyectar sus personajes contra una sociedad cuanto más putrefacta más hipócrita, radica en haber sobrevivido a la crueldad de ambientes peligrosos. Un mes le bastó, según declara, para escribir Fóllame y descargar con sus personajes Nadine y Manu, las rabias represadas o sin dirección aún, de su niñez y su adolescencia.


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–No lo dudo. Está visible en todos sus libros. El suyo es postfeminismo de tercera ola. Defiende la esfera personal como constitutiva básica de lo político. Señala la individualidad de la mujer en la familia, la carrera, los deseos, los sueños, las acciones, un corte de cabello o una elección cualquiera, la recuperación de la sexualidad sin patrones masculinos mediadores. Pero en particular el discurso versátil. Virginie Despentes, con Fóllame, desterritorializa la lengua y los temas, la visión de la novela en el sentido usado por Deleuze y Guatari, al prescindir de moldes académicos, canónicos y patriarcales.


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– Sí, es lo mejor para una experiencia extraliteraria: lée a Fóllame escuchando como fondo algunos temas musicales de Lydia Lunch o de Anna Calvi. Despentes es prologuista de la novela Paradoxia, de Lydia Lunch, sobre la cual hablaremos más tarde. No diría que son mujeres atacadas por intensa misandria, pero tampoco descarto en algunas de ellas, para seguir las exigencias editoriales, la simulación, el juego publicitario. En nuestra época, cualquiera de las dos posiciones son productivas para quienes escriben novelas de este tipo.


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–Puede ser con una declaración de Virginie. Veámosla: “La escritura  no es liberadora y menos terapéutica. Pero funciona como si pusieras las cosas en orden y les dieras forma, es decir, como una lucha contra el caos. Escribir es pasar forzosamente del caos al orden”.
  



Virginie Despentes

Es la diva destroy punk de las letras francesas, ex vendedora de discos, ocasional trabajadora en un peep-show y ex prostituta, autora de la controvertida y censurada película Fóllame (1998) y de novelas como Perras sabias (1998) Lo bueno de verdad (2001, Premio de Flore) y Teoría King Kong (2007), entre otras, en las que las protagonistas ocupan posiciones tradicionalmente reservadas a los hombres (sangre, sexo y rock-and-roll). Aunque al principio fue rechazada por varias casas de libros, Fóllame fue finalmente publicada por Éditions Florent-Massot, una editorial nueva que no dudó en lanzarse a publicar un tipo de literatura menos convencional y más «trash». De este modo vio la luz la primera novela de Virginie, que en ese momento decidió adoptar como apellido artístico la referencia a los Pentes de la Croix-Rousse, el barrio de Lyon en el que vivió antes de llegar a París y antes de la publicación de Fóllame. Despentes se ha consagrado como una de las representantes más notables de una nueva generación de jóvenes y osados narradores franceses, habiendo vendido en Francia más de 50.000 ejemplares de su último libro Teoría King Kong (2006).

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