sábado, 17 de diciembre de 2011

POEMA REVERSIBLE PARA POLÍTICOS SUTILES


Obra de autor anónimo

Desde la antigüedad, poetas y políticos se miran de soslayo, suspicaces, descalificándose entre ellos, soportándose y adulándose cuando es necesario. A Platón, lo sabe usted muy bien, le fastidiaban los poetas, aunque su filosofía, ejemplo de refinada construcción literaria, es amplia metáfora de la más pura  y profunda poesía sostenida por el ensueño  y la idealización. El historial de antipatías mutuas es extenso y enriquece la literatura. Los poemas reversibles, juguetones y mordaces, satíricos como pocos dentro del  género burlesco, son ejemplos de poetas denunciando las turbias intenciones de los políticos cuando prometen y, con palabras y programas, expolian el voto del rebaño desconcertado.

En España del Siglo de Oro, este tipo de textos con lectura normal e inversa, poemas reversibles, cumplían varios objetivos al circular escritos u orales. Los mesteres de juglaría lirica, conocían sus efectos y procedimientos de escritura, sus malabares idiomáticos con semiocultos mensajes. Por la historia de la poesía circulan muchos de estos despabilados poemas, sin autor reconocido. Se entiende por qué. Un poema reversible, comprendiéndolo y leyéndolo en contravía, nos recuerda que a un alto porcentaje de políticos, al perorar debe entendérseles de manera inversa cuanto afirman y prometen.

Las visiones del mundo y la sociedad son contrapuestas en ellos. Sus discursos encierran intereses diferentes aunque parezcan representar necesidades y deseos del elector. La dúctil reversibilidad del político es felinamente natural. Crece en complejidad y sagacidad semántica, al aumentar sus ambiciones y radio de acción, sus intereses económicos e ideológicos, cuando tienen estos últimos. No son iguales las de un modesto concejal, las de un soberbio gobernador y las de un prepotente congresista.

Van moldeando el lenguaje y este a su vez los modifica, en interesante proceso neurolingüístico de retroalimentación mientras ascienden en la escala política. Moldeamiento de la ambigüedad y los dobles sentidos. Expresión críptica de razones políticas y de la ambición encubierta. La política es funcional, práctica, pero incapaz de transformar al ser humano en consciencia superior. Pocas veces  clara y directa, porque otro elemento común en ella y en ellos, es el del lenguaje vacío. El poema que al final se incluye como ingeniosa muestra de reversibilidad idiomática, circula por internet sin autor conocido. Anónimo como muchos por el estilo. Sin embargo, algunos lo atribuyen al humorista madrileño Enrique Jardiel Poncela.

“El que no se atreve a ser inteligente, se hace político”, decía Poncela. Otros, a partir de este hipotético origen, lo consideran obra del novelista ibero Alvaro de la Iglesia. Habría que revisar meticulosos la obra completa de ambos escritores, a quienes sobran méritos para escribir algo semejante. Ambos habrían firmado con gusto y una carcajada intercontinental, el texto en mención. Yo lo atribuiría al primero, experto en juegos de tal naturaleza. De Poncela circulan varios cuentos lipogramáticos, donde elimina vocales específicas en los textos.

Poema satírico en extremo, para caracterizar la doble comunicabilidad de los políticos  con sus promesas deslumbrantes. Lenguaje vacío y mecanismos reversibles de la poesía o la prosa, son dos elementos lingüísticos y literarios propios de aquellos apostoles cívicos dispuestos a sacrificarse por los intereses del pueblo. Esos rostros sonrientes o circunspectos en las vallas y los coloridos volantes, señalando soluciones sociales a cuanto  problema existe, avergüenzan mi indiferencia y apatía social, mis evidentes carencias de compromiso con la comunidad. Mi enfermizo anarquismo y agnosticismo, siempre impidiéndome asumir misiones redentoras con mi prójimo.

Como el poema no tiene autor concreto, cualquier político puede adueñarse de él y usufructuarlo sin temores. Convertirlo en lema de su campaña. Cuando las crédulas masas electorales le exijan cumplir sus promesas, podrá  argumentar que no leyeron debidamente el texto. Es sencillo. El elegido lee de arriba para abajo y, quien elige, debe leer de abajo hacia arriba:
  
En nuestro partido político cumplimos cuanto prometemos.
Solo los imbéciles pueden creer que
no lucharemos contra la corrupción.
Porque si hay algo definitivo para nosotros, es que
la honestidad y  transparencia son fundamentales
para realizar nuestros ideales.
Demostraremos que es una gran necedad creer que
las mafias seguirán constituyendo parte del gobierno,
como en tiempos pasados.
Aseguramos sin motivos de duda que
la justicia social será el fin preferente de nuestro mandato.
Pese a esto, aún hay gente tonta creyendo que
se pueda seguir gobernando con artimañas de la vieja política.
Cuando asumamos el poder, haremos lo imposible para que
se terminen las situaciones privilegiadas y el tráfico de influencias.
No permitiremos de ningún modo que
nuestros niños tengan una formación deficiente.
Cumpliremos nuestros propósitos y promesas aunque
los recursos económicos se hayan agotado.
Ejerceremos el poder hasta cuando
comprendan desde ahora que nosotros
somos la Nueva Política Democrática.













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