viernes, 9 de marzo de 2012

TRES POEMAS







EL INSTANTE



El instante está llenándose
de pasado y de futuro.

Tan leve pero tan lleno
de pasado y de futuro.


El instante pierde su color
original y nadie sabe quién
está pintándolo así.

Nadie lo reclama y se extravía
entre el color de la noche.

Si tiene algún perfume,
nadie lo sabe porque no hay
tiempo para olerlo.


El instante está llenándose
de semillas y de frutos podridos.

Tiene también un niño jugando
con la arena en una playa sin nombre.

El instante, tuyo o mío, de todos, de nadie.

Tan capaz de cargarse de años
en un segundo;
de siglos en un minuto;
de eternidades en un mes
o mientras cruza volando el ruiseñor.

El instante, esta noche,
está quedándose sin pasado ni futuro.

Tan leve, tan vacío, tan solo
y sin embargo tiene espacio
para esta brizna de polen
que trae el viento.






MIENTRAS TANTO




Primero me iré yo.
De esto no hay ninguna duda. Y luego,
algún remoto día de algún remoto año,
más allá de millares de generaciones,
se irán a su vez este mundo y la luna.
La libélula, se irá dentro de algunas horas.
Mis nietos que aún no han nacido, si nacen,
se irán dentro de algunos años.
Estas ciudades, que se van a diario,
algún día se despedirán definitivas.
¿Habrá algún ser humano para despedir
al sol cuando también le llegue
el momento de partir?
No lo sé. Nada hago por saberlo
aunque a veces busco respuestas
en las rubaiyat de Omar Khayyam.
Bebamos y celebremos  juntos  aquella que dice:
"Me dieron la existencia sin consultar conmigo.
Luego aumentó la vida día a día mi asombro.
Me iré sin desearlo, y sin saber la causa
de la llegada mía, mi estancia y mi partida".
Sin embargo, mientras me voy,
contemplo la luna, asisto a la vida durante
todo el día y sin interrogantes
me siento a gusto en este mundo.





POEMA A HAFIZ



Hafiz de Schiraz, memorioso bulbul,
por la embriaguez que me causan tus poemas
y por el silencio al cual me inducen tus gacelas,
no encuentro razones válidas
para hablar demasiado con la gente. Así es.
Voy hacia las flores, Calarcá está llena de ellas,
y con el mismo silencio que siembras
entre verso y verso de tus poemas, 
esos otros silencios
propios de la embriaguez y la lucidez,
las interrogo por ti. Mejor que cualquier cronista
del Imperio, el Tulipán puede y quiere hablarme
de tu tristeza cuando el Sultán Mubarray
Eddin Muhammad te prohibió cantar
desde el minarete, ruiseñor de Schiraz.
Las rosas, frescas aún en tus poemas después
de varias centurias, y de donde el sol todavía
no evapora las gotas de rocío
que observaste alguna mañana, 
desean confesarte algo, Hafiz...

El tulipán y la rosa, después de tus poemas al vino,
en ningún lugar del mundo florecen sin algo de ti.
Te escucho: "No te aflijas si no llegas a alcanzar
los misterios de la vida,
pues detrás del velo hay delicias y placeres".
No importa el tiempo, Hafiz,
porque no hay tiempo ni distancias
cuando en tus poemas hablo contigo,
hablas conmigo o callamos juntos:
"Es hora de beber, amada mía.
Bebamos de prisa y no me digas
por el amor de Aláh: Beberemos después;
que hay tiempo para la embriaguez
de nuestros corazones.
No. ¿Quién nos podrá asegurar
otra nueva Primavera?"

Al amanecer o al atardecer, te escucho Hafiz.
En mi pueblo están de fiesta y se embriagan
con vinos diferentes. Doy traspiés con la copa
vacía, buscándote en el perfume
de alguna flor que resistió el peso de la lluvia
o la inclemencia del sol. Amigo Hafiz,
ambos estamos enamorados del mismo ideal...
Siento el roce de tu túnica.
¿Para dónde vas, aquí en mi pueblo? 
Calarcá y Schiraz
los llevamos en el alma. Te invito a caminar
las veredas de mi municipio,
pero déjame llenar mi copa con la miel
que escancias de tus jardines.

  

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