viernes, 16 de marzo de 2012

ESCENAS EN EL VIEJO ESTANQUE (1)






La rana saltó al viejo estanque.

Tras de ella saltó uno de los monjes, sin despojarse de su hábito.

"No eres el iluminado", dijo el Roshi, secándose con el dorso de su mano el agua que chispeó   sobre su rostro.

Otro de los monjes, se arrodilló en la orilla del estanque, introdujo sus manos en el agua y bebió un poco.

"Ofrécele a las ranas que no han saltado ni saltarán jamás", ordenó el Roshi, "y tal vez comprendas qué no es la iluminación".

El más joven de los discípulos, quien  detrás del Maestro escuchaba alerta sus palabras, observando  sus gestos y traduciendo sus silencios de imprevisto le dio un empujón, arrojándolo al estanque.

Desde allí, el sabio maestro vociferó: "Si te quedas ahí, la pierdes. Si te lanzas, también la pierdes. ¡Pronto, haz algo!".

El discípulo cantó: "¡Croac, croac, croac!".
                                      
                   Desmayadamente,
                   después que el agua se apacigua,
                   de nuevo se yergue el crisantemo.
                                                             Basho
  

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