domingo, 27 de mayo de 2018

¿Platón o Chul Han?


El cielo sobre Berlín, película dirigida por Wim Wenders con participación del poeta Peter Handke, es uno de los filmes preferidos por el filósofo surcoreano-alemán Byung-Chul Han, quien dice: “Mis libros empiezan con Peter Handke o acaban con Peter Handke”.

Este, un poeta que discurre en verso o prosa; aquel, un filósofo contemporáneo cuyo lenguaje se llena, junto a neologismos y vocablos propios de nuestro siglo, de sugestivos vuelcos literarios que no encontramos en otros filósofos europeos, asiáticos o norteamericanos actuales. Fustigador del capitalismo, las injusticias socioeconómicas del trabajo y los desiguales senderos que sigue la tecnología, no solo piensa y escribe en alemán, también cuestiona como alemán. En El cielo sobre Berlín, Chul Han guía al espectador por fondos de su barrio y otros sectores de esta ciudad. Sus libros asumen en su estilo la misma melancólica mirada de Winders en dicho film sobre Berlín. En un documental sobre Chul, llamado igual que uno de sus libros: La sociedad del cansancio, el metódico filósofo diserta como Roshi zen: “Los ruidos desplazan siempre al silencio, al vacío”. Empero, ninguno de sus libros induce al silencio. Ni sus significaciones facilitan el vacío. De por sí, hay atrayentes afinaciones en los títulos: La expulsión de lo distinto, Topología de la violencia, La salvación de lo bello, El aroma del tiempo, La agonía del eros, La sociedad de la transparencia, La sociedad del cansancio. Para lanzarme entre silencios verbales o rechinamientos ideológicos a mis vacíos y, por ende, encontrarle razones al pavor, las perplejidades y la muerte, ¿leo filósofos remotos o modernos? ¿Busco amparo existencial en Platón, Schopenhauer o Hegel? ¿Busco sosiego en Wittgenstein o Chul Han? ¿Me refugio en la filosofía, muchas veces cercana al lenguaje vacío, de Byung o lleno mis sentidos con la poesía de otro surcoreano llamado Ko Un? Ilusorio, un minucioso recorrido por la historia de la filosofía profundizando en la lucidez o el delirio de sus exponentes notables. No alcanzan los años. Ni la juventud ni la madurez. Toda una vida de esperanzadas lecturas, no alcanza para ahondar en un solo filósofo o uno solo de sus libros. Byung-Chul Han, con el exotismo propio de un asiático domesticado por la axiología alemana, enjuicia elementos de la civilización occidental sin recurrir para ello a sus raíces orientales. En Filosofía del budismo zen, considera que “es posible reflexionar de modo filosófico sobre un objeto que no implica ninguna filosofía en sentido estricto”. Para sustento de su discurso crítico, introduce las ideas de lo disincrónico como atomización y dispersión de lo temporal, desarrollándolas mediante reiteradas fusiones de citas y autores que, con académica idoneidad y sistematicidad, teje y entrecruza con provocador estilo. “El dígito se aproxima al falo”, afirma en su libro Psicopolítica.

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