martes, 8 de mayo de 2018

Parecer bien



Por donde uno vaya o donde uno esté siempre hay que parecer bien. Parecerle bien a los demás, aunque no sepamos quiénes son los demás y lleguen y desaparezcan. Hay que parecer bien con los zapatos que calzas, con los tatuajes que cargas, con la forma de peinarte y gesticular. 


Parecer bien con los lugares donde entras a tomar un café o almorzar, y a descansar del esfuerzo que haces por parecer bien con el automóvil que compraste, o el sitio donde te hacen la manicure. Debes parecer bien con la forma de mover el culo al caminar, despreciando a los demás pero esperando que te aprecien. Con las marcas de tus camisas o tus blusas. Debes parecer bien con los libros que lees y los autores que prefieres y nombras a quienes no leen. Con la música que escuchas. Con la manera de opinar sobre los sucesos del día en tu pueblo y las noticias internacionales. No importa lo que en realidad eres, siempre hay que parecer bien en los actos públicos, en el odioso lugar donde trabajas, ante tus jefes y subalternos. Hay que parecer bien ante tus hijos, tu esposa y tu amante. Hay que parecer siempre bien a otros, quienes también, desde por la mañana hasta el anochecer, se desviven por parecer bien perfumándose, haciéndose los indolentes, creyéndose los más elegantes, sintiéndose los más hermosos, pensándose los triunfadores los elegidos los doctorados los de alta clase social los espirituales los vegetarianos los inteligentes políticos los salvados por Dios. Por donde uno vaya y sin saber por qué, parece que siempre hay que parecer bien, sentados o caminando, aprisa o despacio. Nadie quiere parecer mal ante los deformes, los feos o los ignorantes. No parecer mal a quienes parecen haber nacido solo para estorbar, para que quienes siempre buscan parecer bien, contrasten lo bien que parecen al lado de aquellos. Todos queremos parecer bien, aunque día tras día estemos peor con el tipo de gente que nos rodea. Y hay tantos, tan insensatos, tan torpes, que siguen queriendo parecer bien con cuanto en el pasado intentaron parecer bien, haciendo parte de grupos ecológicos, políticos, culturales, religiosos, deportivos, esotéricos, donde parecer bien frente a los otros creyéndose de mejores familias, sintiéndose más inteligentes, es lo único que importa. Parecer bien, aunque por la noche lleguen a sus miserables alcobas y se derrumben en la soledad de sus camas, donde intentarán dormir cansados de parecer bien. En sueños intentarán seguir pareciendo bien. Y ya muerto, alguno por compasión hacia ese individuo que siempre quiso parecer bien, querrá que el cadáver parezca bien. (Cali, junio 16 de 2017. Hotel Nevada, al amanecer, riñendo bajo la lluvia con Bukowski en su libro Ruiseñor, deséame suerte).

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