HAIKU DO, EN VICTORIA EUGENIA GÓMEZ
Umberto
Senegal

La corporeidad
literaria del haiku no es solo de carácter sensual, sino espiritual. Seres
humanos, animales, la naturaleza con sus signos y cualquier objeto que observemos
reverentes, abren la percepción del haijin a revelaciones de un nivel de
conciencia privilegiada. “Cuando las puertas
de la percepción están limpias, todo se ve tal como es: infinito y eterno”,
afirmó Blake. Intuición suya aplicable a la escritora cartagüeña Victoria
Eugenia Gómez quien, con sosegada modestia aflorándole al escribir sus 68
visuales haikus, enuncia en ellos con poética magistralidad cuanto desde la
infinitud genera su permeable asombro vital. Por su persistencia formal en el género,
es la más notable poetisa de haiku femenino en Colombia. Durante varios
lustros, con prudente entusiasmo, he presenciado su proceso de compenetración
con tal estrofa. Aunque heterodoxa en su tratamiento, reconoce la necesidad
estética y temática de algunos principios ancestrales del haiku. Y los emplea
con naturalidad. “Todo haijin debe comenzar su camino asumiendo que la
finalidad de este quehacer que ahora emprende, es llegar a armonizarse con la
naturaleza”, señala el experto Vicente Haya. Victoria Eugenia carece de
aquellos funestos yoes deletéreos para quienes garabateamos prosa o poesía. Siempre
silenciosa. Sin arrogantes posturas intelectuales, al lado del haijin Fernando
López ha hecho un inteligente recorrido por el género. Espectadora activa de la belleza humilde, compartiendo
espacios y teorías con escritores nacionales e internacionales del género, la suya
no es cómoda curiosidad por escribir tal tipo de poesía según sucede con tantos
que perciben, transitorios, los sentidos taoístas o zen y la nuclear fuerza
estética del haiku. Su primer libro es ejemplo concreto de haiku Do. Desarrollo
y madurez de su particular escritura de dicha forma literaria, no como cerebral
ejercicio literario sino como facultad interior de diálogo con el mundo, por el
estilo de Sonome, Shushiki, Sute-jo. En particular, manteniendo la línea
expresiva de Hoshino Tatsuko (siglo XX),
fundadora de una divulgada revista de haiku, exclusiva para mujeres. Lunajera
(Rompesilencios Ediciones. Cartago, 2012) es vocablo creado por la autora, con íntimos
significados encubiertos por la alusiva imagen de la luna. Prologado por el
ensayista, poeta, traductor y estudioso del haiku universal, David Lanoue: “Ella percibe las cosas cotidianas que la
mayoría de nosotros ignoramos”. Victoria Eugenia, Primera Dama del haiku en
Colombia. Escrita sin apetencias literarias pero con la certeza de quien experimenta
satori poético donde los demás solo advierten lo obvio, su obra acrisolada ocupa,
dentro de la poética del haiku en español, un lugar de antología entre mujeres
que lo han escrito en Colombia e Hispanoamérica. Escritora que nada espera de
sus haikus, cristalinos espejos capaces de reflejar otros entornos del mundo
visible. “¡Cuántas garzas!/ Solo dos flores/ en el urupán”.
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