SOCIEDAD DE FACTOIDES
Un ser humano puede morir de risa. Clínicamente, se denomina hilaridad fatal. El primer registro de un ataque semejante, es del año 398 a.C. La víctima fue el pintor griego Zeuxis, quien rió hasta fallecer porque una anciana le suplicó usarla como arquetipo para pintar a Afrodita, diosa de la belleza y la fertilidad. Por esa misma época, Crisipo, filósofo griego, pereció de risa tras emborrachar a su burro con vino. Durante la historia, han ocurrido múltiples casos donde la risa persistente provocó asfixia, embolia cerebral, ruptura de venas o arterias y ataque cardíaco. Hoy por hoy, continúan registrándose casos análogos incluyendo uno muy extraño en 2009, donde un tailandés comenzó a reír entre sueños y nunca despertó, a pesar de los esfuerzos de su esposa. Más allá de la producida por episodios cómicos, la muerte por risa puede ser epidémica si es de origen viral… ¿Leyó bien? ¿Reconsideró tales contextos? ¿Carcajea con el entorno social del país y no ha muerto de hilaridad fatal? El párrafo preliminar es un factoide, “algo que parece un hecho, podría ser un hecho, pero en realidad no es un hecho”. Hay otros extensos. Algunos presentan esquematizado laconismo de cuento atómico. Inauditos, de consistencia narrativa y dinamismo periodístico porque conciernen al entorno de los medios informativos: diarios, revistas, noticieros, lugares de la Red. De acuerdo con la cultura, potencial de indagación y talento narrativo de quien los redacta, se revisten de argumentos y datos articulados acercándose, contraproducentes pero efectivos en su propósito, a la realidad y trocándola desde lo verosímil. Modifican y tergiversan eventos mediante el lenguaje vacío o la acumulación de datos en apariencia equivalentes. El factoide es una plausible mentira mezclada con verdades, medias verdades y dudas o hechos no confirmados. Material periodístico favorable para guerras de cuarta generación, contra el rebaño social, receptor nada suspicaz de noticias diarias. Puede encontrarse y leerse como subgénero literario donde parodias e incongruencias de toda facha implantan un cosmos literario abarrotado de fantasías. Alto porcentaje del periodismo norteamericano y europeo, se cimenta sobre factoides culturales, políticos, sociales e históricos. Nacen de prejuicios cognitivos y avivan las leyendas urbanas. Cuando son ciertos, carecen de relevancia o se truecan en distractores de problemas reales. Al examinar en la Red diarios de varios sitios del mundo, los factoides me guiñan sus reptilianos ojos. Por estrategia comercial, son parte intrínseca de la manipulación de la opinión pública. El sonoro vocablo lo acuñó el novelista Norman Mailer en su biografía sobre Marilyn Monroe. Otros factoides: El espermatozoide de una mosca es 20 veces más largo que ella. Las libélulas pueden volar a cien kilómetros por hora. El agua caliente se congela antes que la fría. Los ateos saben más sobre religión que los religiosos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario