TRUENO ROBADO. HAIKUS
Umberto
Senegal
“La brevedad
del haiku no es formal; el haiku no es un pensamiento rico reducido a una forma
breve sino a un acontecimiento breve que encuentra de golpe su forma justa”, enuncia
Roland Barthes en un ensayo substancial sobre la exención del sentido del haiku
que, desde su privativo tratamiento del género, el poeta dominicano Alexis
Gómez Rosa, introductor del haiku en República Dominicana, refrenda mediante 84
modernos haikus de su libro Trueno robado
(2013). Gómez, entre estrofas y
temas modernos cercanos al senryû y al zappai, perpetúa en la atávica forma de
5-7-5 sílabas, la poética, sencilla presencia de eventos urbanos o rurales
donde personas, objetos, flora y animales (cocuyo, hormiga, ardilla, rata o pez) son
materia literaria, filosófica y estética del poema. “Por la ribera/perdido: el
caracol/hace camino”. Desde su escrutadora mirada y con cada una de sus breves
fascinaciones, ¿cómo establecer el contraste literario entre levedad-del-trueno
y relampaguear-del-poema, intercambiando ambos sus características y
adquiriendo cada cual las cadencias metafóricas o reales del otro? En estos
haikus de Alexis Gómez, mediante su forma de percibir, escribir y exteriorizar
tal poesía. Más a fondo: vislumbrando con su mirada de poeta polifacético el
mundo cotidiano, sin actitudes de interpretación prepotente, ni elucidaciones intelectuales, mucho menos con reformulaciones
metafóricas. Su libro, tres percepciones del mundo vertidas en una obra de tamizada
elegancia gracias a las pinturas Sumi-e de Sarah Patricia Castillo, profesora
de hatha yoga; y a las fotografías en color y en blanco y negro de Augusto
Valdivia, Milton González y Alexis Gómez complementando los haikus, bien puede aprehender parajes del Caribe, comarcas de las Antillas Mayores o contornos
de cualquier otro territorio hispanoamericano sin que por esto pierdan sus
características propias en torno a pormenores topográficos de República
Dominicana. Su haiku, heterodoxo, se debe leer sin ceñirse a exigencias de la
tradición nipona. ¿Aceptaría, Alexis, la recomendación del traductor y
teórico Vicente Haya? “Si se quiere
hacer florecer el haiku fuera de la cultura que le da origen, el modelo debe
ser Buson, porque su obra carece de la menor pretensión”. Tiene haikus de logrado
tono zen: “Noche arriba/el cocuyo, alumbra/su propia muerte”. El enfoque poético
de Octavio Paz y su asimilación del haiku, se inserta en varios de sus poemas,
relatándonos fragmentos de su vida. Gómez Rosa se reconoce heredero de las dos
grandes corrientes poéticas dominicanas del siglo XX: Postumismo y Poesía
sorprendida. No descarta estilos ni formas en el instante de enunciar al haiyin
que lo habita. Y este poeta, sin lugar a dudas, reconoce la magnitud religiosa,
estética y filosófica del haiku, renunciando al discurso extenso, a las
palabras pomposas y la versificación compleja como instrumento de apropiación
del mundo. ¿Alguna intención literaria al repetir, invertido, el haiku 56?
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