PAZ Y CISNE NEGRO
Umberto Senegal
Sin metáforas de por medio, la
sola estampa del sociable cisne bruno, como escapado de algún umbrío estanque
vampírico, es atrayente: dúctiles cuellos. Purpúreos picos. Más insinuante aún,
es la Teoría del Cisne Negro –eventos perturbadores con enormes secuelas
inesperadas– concebida por el matemático, políglota ensayista y “Empirista
escéptico”, Nassim Nicholas Taleb. Creador de actualizado discurso sobre la
suerte, el azar, la incertidumbre y las probabilidades, hoy por hoy manejado por
múltiples investigadores de la historia contemporánea, sobre el desarrollo no
dialéctico de las sociedades. Aprovecho algunos de sus principios epistémicos para
sostener, desde ellos, mi punto de vista sobre los diálogos de paz en Colombia
que tanto hoy, como ayer y mañana, incontables y estólidos detractores y defensores
tienen, tuvieron y tendrán en la prolongada escala de la información y
desinformación, superficialidad de juicios y excitación argumentativa en contra
o en favor. Normal para individuos cuya naturaleza condicionada les impele a permanecer
en específica arista política o ideológica para contribuir, desde ahí, a salvar
a Colombia de “los malos”. Ni guerreristas ni pacifistas: son salvacionistas.
Con sus circunscritas manifestaciones, ninguno de ellos me emociona. Ambas
corrientes están bajo las leyes del azar explicadas en la Teoría del Cisne
Negro, definida por Taleb como “un hecho improbable, impredecible y de
consecuencias imprevisibles”. Los diálogos lo han sido. Sus secuelas lo serán
más todavía, contra todo pronóstico de aquellos y estos. Sin ceñirse a
expectativas de izquierda o derecha, Colombia no se va a desmoronar porque se
logre la paz y los exguerrilleros se conviertan en fuente de cambios sociales, pero
tampoco continuará como la han conducido sus obtusos dirigentes, dándole
continuidad a confrontaciones que tanto desean muchos. No un Cisne Negro. Una bandada,
la presiento en la medida que se establezcan acuerdos entre guerrilla y
gobierno, reventando prejuicios en los espectadores del patético cortometraje. Cisnes
Negros sobrevuelan por las expectativas
del pueblo colombiano. “Eventos extraños”, según Nassim, “no circunscritos en
el campo de expectativas normales y lógicas de la historia”. Uno de los
elementos del Cisne Negro, conlleva siempre a un impacto extremo. Tal teoría –mientras
no asomen cisnes verdes o rojos que enmarañen el discurrir de la historia– señala
que no se puede afirmar algo universal a partir de datos particulares de la
experiencia, que es cuanto exponen guerreristas y pacifistas. Escribió Chesterton:
“En el mundo moderno existe, quizás por primera vez
en la historia, una clase de gente cuyo interés radica no en que las cosas
sucedan bien o mal, próspera o adversamente, en provecho de este partido o en
provecho de aquel otro, sino que consiste simplemente en que ocurran cosas”.
Por cuanto me concierne, bajo la sombra de un yarumo observo el vuelo de las
demás aves.
No hay comentarios:
Publicar un comentario