lunes, 25 de septiembre de 2017

PÁJARO DE PIEDRA: BIBIANA BERNAL. Umberto Senegal

PÁJARO DE PIEDRA: BIBIANA BERNAL
Umberto Senegal

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 “Quizá hay un ave, un canto y una mujer/diferentes cada día,/y solo la oscuridad se repite”. La distancia menos desgarrada entre muerte y vida es el recuerdo. Remotas o aledañas, las evocaciones están más cerca de aquella que de la vida. Por eso lastiman. Mortifican en el cuerpo y desesperan el alma. Donde las encontremos, como poetas o lectores de poesía, ellas prefieren los vacíos. Y es aquí donde las encuentra y de donde las desarraiga Bibiana Bernal, la más representativa, activa y trascendente de las nuevas escritoras quindianas, para enseñarnos la naturaleza de sus cantos. De sus silencios. Como se deslizan los vuelos de unos y otros por este consistente libro, Pájaro de piedra, premio de poesía Gobernación del Quindío, 2016. Sin aire. Sin nubes. Pero pájaro libre, sus remembranzas con otros horizontes. ¿El nido donde reposan dichas aves? Un libro de poesía como este, de meticuloso lenguaje y depurada arquitectura formal. Íntimo en sus evocaciones melancólicas, pero capitulando con cuanto observó H.G. Gadamer respecto a la poesía de Hölderlin y Stefan George: “El Yo poético no es, como se suele creer, el Yo del poeta, sino, casi siempre, ese Yo común de cada uno de nosotros”. Congoja en la búsqueda de la expresión literaria mediante el recuerdo, la palabra, y la conciencia del presente: “Se muere tantas veces,/se acumula tanta muerte,/se olvidan los alumbramientos”. Un poema o un verso, o el conexo conjunto de 38 breves textos de orfebrería minuciosa donde cada evocación y momento presente son aleteos sicológicos y filosóficos de dicha ave en vuelo por este profundo libro, hacen del poemario uno de las más consolidados dentro de la nueva poesía regional. A lo largo de sus poemas, es diálogo revelador de las incertidumbres metafísicas de la autora. O del lector que sabe escucharla. Hay que caminar por sus poemas como se camina bajo árboles que dejan caer sus hojas sobre nosotros. Tal vez por esto los textos que comprenden el componente Tierra, son mayoría. Niñez y adolescencia de la autora, asoman cautelosas exponiendo desgarraduras de su alma, sus vivencias familiares y amorosas con velados erotismos no exentos de infortunio y pesadumbre. Concluimos la lectura del libro y la poetisa no se va. Sigue junto a otros poetas. Su  voz literaria,  siempre al nivel de sus lecturas de célebres autores universales, conversando con ellos en cafés donde se sienta a corregir un poema o a leer una noveleta. A bosquejar el sitio por donde vuelan délficas aves de piedra, fuego, tierra o agua, abandonando los espacios de la metáfora y transfigurándose en fatalidades de su vida cotidiana. En el fondo de sus poemas y sus saudades, Empty Space Dance, de Balanescu Quartet.



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