domingo, 10 de abril de 2016

Textos publicados en el diario La Crónica del Quindío


SVETLANA Y EL NOBEL



En el Ulises de Joyce, Dedalus expresa: "La historia es una pesadilla de la que estoy tratando de despertar”. Reciente ganadora del Nobel de literatura, la bielorrusa Svetlana Alexiévich exterioriza tal sentimiento de impotencia con sus libros del ciclo homo sovieticus. Celebro que este premio se adjudicara a una mujer oriunda, precisamente, del estado donde las mujeres ocupan más puestos de trabajo que los hombres. Exalto la visibilización masiva, gracias al premio sueco, de una denunciante obra periodística, reivindicadora y trágica, siempre de manos de la muerte, poco registrada en nuestro medio. Alba Rutenia, Rusia Blanca o Rutenia blanca, han denominado a la República de Belarús, patria de Svetlana con 11.000 lagos, cristalinos arroyos y agrestes zonas pantanosas entre frondas de abedules, abetos y olmos por sobre los cuales, en sus añiles cielos, las radioactivas partículas de estroncio, cesio y plutonio, siguen siendo componentes periodísticos para personas como Svetlana. Su libro más acreditado en lengua española es Voces de Chernóbil (1997), también conocido como La plegaria de Chernobyl: crónica del futuro, del cual su editor Jaume Bonfill dice que Alexiévich "organiza las voces como si fuera el coro de una tragedia griega”, agregando, "uno no puede quedar igual que antes y si no se llora leyéndola, es que no se tiene alma". Otro incondicional de su trabajo, manifiesta: “Alexiévich se mueve en el terreno del drama, explora las más terribles y desoladas vivencias y se asoma una y otra vez a la muerte”. Todos sus libros confirman las luchas, iniquidades y sufrimientos de las mujeres ignoradas, aquellas que no han sido palabra, renglón, párrafo ni mucho menos capítulo, en la patriarcal historia escrita por los hombres. (El testimonio de Liudmila Ignatenko, es torturante). “Respeto el mundo ruso de la literatura y la ciencia, pero no el mundo ruso de Stalin y Putin”, dijo la periodista en reciente diálogo donde desplegó tanto su razonable posición política contra el dictador Aleksandr Grigórievich Lukashenko, como su descaminado juicio contra Vladimir Putin, el más sensato, notable líder político del siglo XXI, cuyo pensamiento económico, financiero, militar político y social, en absoluto podrá compararse con el del monstruoso Koba. Declaraciones con tales matices, y el premio para una obra de sus características políticas, revelan cómo -en este lapso de hegemónicas confrontaciones- los componentes geopolíticos y geoestratégicos son parte fundamental de propósitos distantes de la esperada trascendencia literaria en el otorgamiento del Nobel de literatura, cada vez con más franjas sombrías, como las de varios periodistas de diarios suecos; y un reconocido guasón italiano, -autor de falsas e ingeniosas entrevistas- además de la reconocida casa de apuestas británica LadBrokes, adelantando sibilinos todos ellos, con días o semanas de antelación, quién iba a ser la ganadora del Nobel este año. 





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