- Los bellos poemas, cuentos y
novelas que siempre olvido.
- Los excelsos poemas, cuentos y
novelas aún no escritos
- Los subrayados que tracé en mis
libros y no volveré a ver ni a leer.
- Los subrayados que pude haber
delineado en mis libros y no tracé, por falta de atención o escasez de
sensibilidad al leer.
- Los deplorables textos escritos
por otros y por mí.
- Los textos que críticos,
editores y reseñistas pretenden hacerme pasar por excelentes textos.
- Los malos poemas recordados en los
buenos momentos.
- Los buenos libros antiguos y
modernos que nunca leeré y de los cuales nunca conoceré siquiera sus
títulos. Ni sus autores.
- Los escritores afines con
quienes nunca me conoceré. No habrá una sola palabra entre ellos y yo.
- Alguien a quien pudieran gustar
mis textos pero jamás sabrá que existo y escribo.
- Los libros que nunca se
escribirán.
- Los buenos libros escritos que
jamás se publicarán.
- Los malos libros exaltados por
la publicidad y los reseñistas mercenarios.
- Los poetas silenciosos,
trabajando su obra por el gusto de escribirla sin esperar lectores. Ajenos
a intrigas y codicias de editores.
- Los poetas que hablan demasiado.
- Los silencios de veredas
quindianas sin poetas para escucharlos y cantarlos haciendo coro a las
aves.
- Los millares de libros en
bibliotecas públicas y privadas esperando lectores que nunca llegarán.
- Las lecturas siempre
postergadas, cediéndole espacio a la rutina hogareña o laboral.
- Los libros desplazados por otros
libros, sin causarnos remordimientos.
- Nuestros libros, al lado de la
producción mundial de libros.
- Los escritores amigos leyéndonos
siempre sus textos inéditos, sin preguntarnos jamás por los nuestros.
- Los versos leídos, inspirándonos
otros versos que no somos capaces de escribir, pensados y nada más.
- Las páginas, párrafos y líneas
no corregidas, siempre susceptibles de múltiples correcciones.
- Los libros malinterpretados y
los poemas incomprendidos.
- Los buenos libros que pude leer
si no hubiera tenido prejuicios contra sus autores.
- Los malos libros a los cuales
dediqué tiempo sólo por solidaridad literaria con sus autores.
- Los libros en otros idiomas, sin
traducir al español, y que moriré sin verlos traducidos.
- Los libros escritos solo para
vivir vida de inéditos.
- El avance de los medios
tecnológicos que sustituirán al libro.
- La limitación intelectual de
quienes no ven más allá de sus condicionamientos literarios.
- Los poetas del Quindío.
- Los novelistas del Quindío.
- Los cuentistas del Quindío.
- Los minicuentistas del Quindío.
- Mis haikus floreciendo entre el realismo
sucio.
- El realismo sucio llamándome a
diario desde el fondo de mis textos.
- Los soberbios columnistas de
periódicos y revistas capitalinos juzgando la literatura nacional.
- El pobre manejo que del lenguaje
hablado y escrito hacen los periodistas.
- Los versos y poemas soñados que
soy incapaz de traer hasta la vigilia.
- Los subrayados que otras
personas hacen en mis libros.
miércoles, 4 de abril de 2012
MOTIVOS DE TRISTEZA LITERARIA
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Comparto y hago conciencia de estas tristezas, maestro. No había leído nunca una enumeración tan cierta y dolida respecto a la literatura vivida como experiencia de totalidad. Mi admiración y gratitud, y un abrazo.
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