2 Dios
puede ser ese perro callejero que se rasca las pulgas. Acarícialo.
2 No vayas a la montaña. Espera que ella decida venir
a ti. Es cuestión de siglos.
3 Cierra pronto los atardeceres aunque te ardan las
llaves y aúllen los cerrojos.
4 Podrías contar de tres en tres, recordar a Blake y
anudarte la corbata.
5 Cuando te extravíes recuerda que ya estabas perdido.
6 Al final del sótano encontrarás una almohada de seda
o la tumba de un sufí.
7 Las viejas cortinas siempre colgarán blancas aunque
no haya ventanas.
8 Bésala cuando se silencien las campanas.
9 No olvides que tú y ella tuvieron cita en el
recuerdo.
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