miércoles, 8 de agosto de 2012

EL PASO DE LOS AÑOS




                                                               

Míreme bien. Viejo tan viejo no soy, como para no darme cuenta del paso de los años por este pueblo y este barrio. Esa niña por quien usted pregunta, era la más hermosa destos lados. Y para qué, no son exageraciones, también la más sensual del pueblo y de su edad. Las mayorcitas le cargaban envidia. Unos la deseaban de frente y la mayor parte a escondidas. De 13 años recién cumplidos, la vi salir por esa puerta del frente, la de madera verde donde está durmiendo el perro. Le dijo a su mamá y a sus cuatro hermanitos cuando regrese volveré rica para sacarlos deste barrio y ponerlos a vivir bien. Cómo no iba a escucharla si a mí también me hizo promesas parecidas.  La silla de ruedas. Se fue sin despedirse de nadie más. No le digan nada a mi perro, recomendó, en serio. Con un morralito donde llevaba la única ropa que tenía. Y esa belleza que todos volteaban a mirarle.

Regresó a los siete años, transformada en una mujer de 40. Trajo esta niña de cinco. Es el paso de los años, mijo. Solo faltan ocho para que ella también se vaya. Tal vez ella sí consiga con qué comprarme la silla de ruedas. Mijo, hay que tener paciencia y yo, viejo tan viejo no soy.




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